domingo, 12 de octubre de 2008

EL OBJETIVO DE LA ADMINISTRACIÓN

Puesto que el director de una empresa es contratado por los accionistas debe ante todo defender los intereses de ellos. Pero éste no es el objetivo exclusivo de la administración. Como todos los miembros de la sociedad, los directores corporativos tienen la obligación de obedecer la ley.

También deben de respetar las normas éticas y luchar por alcanzar las metas sociales adecuadas cuando sea posible y a un costo razonable para los accionistas. Pero aún cuando limitemos el objetivo de los directivos exclusivamente a atender los intereses de los accionistas, no es claro como pueden conseguirlo.

Pero entonces los propietarios deberían de tener el mismo conocimiento y dedicar esencialmente el mismo tiempo que si estuvieran dirigiendo personalmente la empresa. Este procedimiento podría realizarse cuando los dueños son pocos, pero se vuelve totalmente impráctico a medida que crece el número de ellos. De hecho en una multinacional puede haber millones de accionistas y tal vez estén dispersos en muchos países. De ahí la necesidad de encontrar una meta o regla que guíe a los directivos sin que tengan que consultar la mayoría de las decisiones con los propietarios.

Para que sea eficaz, la regla “correcta” no deberá requerir que los gerentes conozcan las preferencias de riesgo ni las opiniones de los accionistas al respecto, por ser prácticamente imposible recabar esa información.
Sin duda la regla correcta debe ser una que puedan seguir los gerentes y que les permita tomar las decisiones financieras y de inversión que adoptaría cada uno de los dueños si pudieran tomarlas personalmente.

Y esa regla es precisamente la maximización de la riqueza de los accionistas.
La regla de maximización de la riqueza de los accionistas se basa exclusivamente en la tecnología de producción de la empresa, en las tasas de interés del mercado, en las primas de riesgo del mercado y en los precios de las acciones.

Guía a los gerentes a que tómenlas mismas decisiones de inversión que los propietarios habrían adoptado en caso de poder hacerlo. Por otra parte, no se funda en la aversión al riesgo ni en la riqueza de los propietarios, de modo que pude prescindir de cualquier información específica concerniente a los propietarios. En conclusión, es la regla “correcta” que han de observar los gerentes al dirigir la empresa. Y pueden aplicarla sin necesidad de consultar a los propietarios cada vez que tienen que decidir.

Los especialistas y otros analistas del comportamiento organizacional a veces sostienen que la meta de los directivos es maximizar las utilidades. En algunas circunstancias especiales, la maximización de las utilidades y la maximización de la riqueza de los accionistas dan origen a las mismas decisiones. Pero en términos generales el criterio de maximización de las utilidades presenta dos ambigüedades fundamentales:
· Si el proceso de producción requiere muchos periodos, ¿ de cuál de éstos serán las utilidades que se maximicen?.
· Si no se conocen con certeza los ingresos ni los gastos futuros, ¿qué significa “maximizar las utilidades” cuando éstas se describen con una distribución de probabilidad?

A diferencia de las utilidades, es evidente que el valor se mercado de la participación de los accionistas está bien definido. Por eso, encontraste con la regla de maximización de las utilidades, la de maximización de la riqueza de los accionistas no causa ambigüedades cuando los flujos de efectivos futuros son inciertos.

La meta de los gerentes es tomar decisiones que maximicen el valor que la empresa tiene para los accionistas. La principal dificultad para aplicar el criterio estriba en obtener información relativa al impacto probable que sus decisiones ejercerán sobre el valor de la compañía. Esta tarea se facilita enormemente cuando están en condiciones de observar los precios de mercado de sus acciones y los de las acciones de otras empresas.

En efecto, cuando carece de dicha información, sin duda les será difícil utilizar este criterio. Aunque cabe suponer que un buen gerente contará con suficiente información sobre la tecnología de producción, esa información interna (de la compañía) no basta para tomar decisiones adecuadas. Cuando no se cuenta con un mercado accionario, necesitarán información externa cuya obtención es costosa, aunque no imposible: la riqueza, las preferencias y otras oportunidades de inversión de los propietarios.

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